Friday, June 18, 2010

De adioses y silencios.

José de Sousa Saramago, mejor conocido como José Saramago, murió hoy despues de una convalescencia que lo había tenido enfermo por mucho tiempo. Recuerdo el primer libro que leí de él: Ensayo sobre la ceguera. Despues de leer aquel libro, leí muchos más. Lo empecé a leer en el verano del 2000, cuando mi madre me vino a visitar despues de que me mudara a los Estados Unidos. Ese libro viajaba en sus maletas, y me lo regaló. Me acuerdo del absoluto silencio de alguna que otra tarde veraniega de la sala de mi tía Lucero en miami cuando lo empecé a leer, y recuerdo el frío invierno del 2000-2001 en NY cuando lo terminé.

Le debo mucho a Saramago en mi vida literaria. El, más que cualquier otro autor, hizo que yo me enamorara de las palabras, de su poder, y de sus falencias. El hizo que me enamorara de novelar fantasias y realidades por igual. De leer y escribir. Que son parte de la misma cosa.

Su último libro, Caín, mucho más corto de a lo que nos tiene acostumbrado, parecía esconder un secreto. Parecían sus últimas palabras. Recuerdo comentarselo a algunos de mis amigos. Sí, no es dificultad alguna augurar que un libro es último, cuando el escritor tiene 87 años. Pero en el caso de Saramago, algo me decía que estaba dejando un último testamento (ya escribiré sobre esto en otra entrada).

¡Saramago! Adios. Buen viaje, si es que hay alguno. Ahora perteneces al reino de los silencios. De las ausencias. Ahora hablarás más que nunca. Y yo seguiré (re)leyendo.

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